sábado, 21 de febrero de 2015

No te quedó otra.

Anoche mientras te miraba dormir, y roncar como oso por cierto, me puse a pensar en lo mucho que te quiero y en la paz que me daba verte dormir así. Me empecé a reír sola porque cuando vos no te podés dormir me despertás metiendome un dedo en la nariz o en la oreja, pero no quise hacerlo porque estabas muy tranquilo (sonreías dormido, ¿qué estarias pensando soñando?).
Y entonces se me ocurrió pensar en qué sentís vos por mi. 
Hace más de un año que nos vemos por lo menos 2 veces por semana, con distanciamientos, obvio, pero lo hacemos porque queremos, nadie te obliga; elegís verme, elegís dormir abrazándome a mi antes que a otra o a ninguna. No creo que el tiempo y el amor tengan que ver en algo, pero sí pienso que no te quedó otra que quererme cuando viste que te hacía reír.
Me di cuenta que me querés porque me enseñaste que no existe el miedo, a hacer círculos con el humo del cigarrillo. Porque me robaste una foto de la mesita de luz y te la guardaste junto con las de tus sobrinas. Porque aún estando peleados me confiaste tu objeto más importante para que cuidara. Porque me juraste y volviste a jurar por la persona que mas amas en la vida que no ibas a volver a verme, y volviste. Siempre volviste. Porque te enojaste cuando te dije que estaba con otro flaco aunque nosotros ya no estuviéramos juntos. Porque tus amigos saben que cuando no estás con ellos es porque estás conmigo, ya ni te preguntan. Porque me mandás un mensaje cuando recién te levantás o cuando te estás quedando dormido y estás en pedo. Porque no necesito hacer un solo gesto para que te des cuenta si estoy feliz, triste o enojada.  Y podría pasarme la tarde enumerando las cosas por las que creo que me querés, pero eso no suele alcanzar porque de todas maneras no somos lo que queremos quiero.
¿Y qué miérda estamos haciendo? ¿Por qué sigo volviendo a vos sabiendo que no somos ni vamos a ser más que esto?
No cambio esos ratitos de ser feliz por nada, por nadie.